No a la televisión basura
Lo primero que piensa la gente cuando alguien habla de la tv basura es en Combate y Esto es guerra y es cierto, estos programas son tv basura y no está mal que la población los vea y se entretenga con estos programas. Lo que está mal es que haya contenidos inadecuados en un horario de protección al menor. Lo que está mal es que la tv basura no es tratada como tv basura sino que le dan cabida en noticieros y diarios "serios" cuando esto no debería ser así. No me parece aceptable que me levante por la mañana y sintonice el noticiero matutino y estén informando sobre la ruptura de Sheyla Rojas y Pavón. Y el problema va mucho más alla de que si no te gusta cambies de canal, pues no, ese no es un argumento válido porque, en primer lugar, no hay opciones, ya que en todos los canales están dando programas con contenido mediocre o informando sobre estos mismos, así que cambiar de canal no arregla nada. Y en segundo lugar, como lo dijo mi tío Philip Butters, el problema no se arregla con que cambies de canal. Qué pasaría si yo me mudará al frente de la casa de Baruch Ivcher o de Mathias Brivio o de otro personaje que defiende la tv basura con ese argumento y me paseara calato por MI CASA con las cortinas abiertas mientras su madre, hijas o hermanas me ven porque es mi casa y así lo deseo porque es mi derecho ¿Podría decirles qué si no les gusta lo que ven que cierren las cortinas? ¿Que sino les gusta no me vean, que cierren los ojos? Por su puesto que no, es un tema de respeto y no debería hacer eso porque estaría transgrediendo los límites.
Actualmente, creo que si apagáramos el televisor no nos perderíamos de nada bueno, porque va de mal en peor, pero la televisión basura peruana tiene historia, yo diría que nace en los 90, en los tiempos del gobierno de Fujimori, en cuya época la televisión peruana atravesaba su peor momento en cuanto a creatividad y valores donde proliferaron programas con poco o nulo contenido cultural y de bajos presupuestos como los cómicos ambulantes cuyo objetivo máximo era ridiculizar a los homosexuales y reforzar el racismo y el machismo. También estaba Magaly Medina con sus "interesantísimos" ampayes, Laura Bozzo, entre otros. La gran pregunta es ¿por qué estos programas fueron un éxito? La respuesta es simple. Se encontró la fórmula mágica: No era necesario pensar en un producto de calidad, ya que mientras más mórbido y barato sea el contenido mejor, porque de esta forma se lograría gran nivel de adicción y distracción a la población, principalmente, sobre los temas de coyuntura política en el país. Al día de hoy parecen que las cosas no han cambiado mucho, los grandes directivos de la televisión se siguen llenando los bolsillos de dinero mientras hacen daño a muchas personas. Y no exagero. Lamentablemente en el Perú la salud mental es un chiste y no se advierte cuan perjudicial puede ser la tv basura principalmente por el carácter adictivo que esta tiene.
No permitamos que los grandes directivos de la televisión se llenen de dinero mientras hacen daño a muchas personas. Quizá con la marcha no se logre nada en concreto, pero se puede lograr sentar precedentes para enfocar esfuerzos en modificar los contenidos de estos programas y así no perjudicar mentalmente a los televidentes que en su mayoría son niños y adolescentes que pueden ser más susceptibles a los actuales mensajes de programas como Combate o Esto es guerra que solo hacen llenarles la mente de puras mentiras y ficciones, bajarles el autoestima por no tener el cuerpo de ensueño o la novia ideal, entre otros.
Es cierto la televisión no está para educarte ni culturizarte, pero tienen un gran poder de influencia sobre los televidentes y como lo señala el artículo 14 de la constitución política del Perú, los medios de comunicación social deben de colaborar con el estado en la educación y la formación moral y cultural. Es hora de hacer cambios porque estos programas están que exceden los límites permitidos dentro de un horario familiar de protección al menor. Además, nos venden un producto de mala calidad. Es hora de difundir la información y que la gente se informe e interese por sus derechos y los haga respetar así como se hizo con la llamada ley pulpin. Nuestros derechos amparados constitucionalmente no pueden seguir siendo maltratados de tal forma por parte de la televisión, cuyo deber es informar con veracidad y acierto, educar hacia una cultura del bien y entretener con decencia. No permitamos que las nuevas generaciones se contaminen de tal forma cuyas aspiraciones sean ser como Nicolla Porcella y tener relaciones basadas solo en el aspecto físico. No a la televisión basura.